Depresión y dieta mediterránea

Amelia Villagomez, M.D.
Profesora adjunta de psiquiatría
University of Arizona College of Medicine

• Los ECA demostraron que mejorar la alimentación puede reducir los síntomas depresivos.
• Los ensayos que utilizaron asesoramiento nutricional mostraron una mejoría de los síntomas depresivos.
• Un ECA demostró que una alimentación más saludable suponía un menor costo que la dieta de referencia.

En el siguiente grupo de estudios que analizaremos, los investigadores se preguntaban lo siguiente: si los síntomas ya aparecieron, si los pacientes ya están deprimidos, ¿podrían mejorar con un cambio de hábitos alimentarios?

Se realizaron cuatro ensayos con el objetivo de estudiar los efectos de la dieta mediterránea sobre la depresión, de los cuales analizaremos tres.

La dieta mediterránea es un estilo de alimentación basado en la gastronomía tradicional de Grecia, Italia y otros países ribereños del mar Mediterráneo. Los alimentos de origen vegetal, como los cereales integrales, las verduras, las legumbres, las frutas, los frutos secos, las semillas, las hierbas y las especias, son la base de la dieta. El aceite de oliva es la principal fuente de grasa añadida. El pescado, los mariscos, los lácteos y las aves de corral se incluyen con moderación. La carne roja y los dulces se consumen solo ocasionalmente.

El primer estudio es el ensayo SMILES, cuyo objetivo era estudiar los efectos de la dieta mediterránea sobre la depresión. En este estudio de 12 semanas participaron 67 pacientes con depresión moderada a grave. El grupo activo consistía en siete sesiones individuales de asesoramiento nutricional a cargo de un especialista en nutrición. El grupo control consistía en una terapia de apoyo en la que se reunían y hablaban de sus aficiones e intereses. Curiosamente, el 32 % de los pacientes lograron una remisión completa tras cambiar su dieta, frente al 8 % del grupo control. El número necesario a tratar en este estudio para lograr la remisión fue de 4,1. Por lo tanto, fue necesario que cuatro pacientes siguiesen esta dieta para que uno de ellos alcanzase la remisión, superando lo que se esperaría en el grupo control. A modo de comparación, el número necesario a tratar para los ISRS o IRSN para lograr la remisión de la depresión es aproximadamente 7.

Ahora bien, un punto a destacar es que la alimentación saludable en realidad resultó ser más barata.

El costo semanal de los alimentos disminuyó casi un 20 % en el grupo de la dieta mediterránea.

A modo de comparación, en el ensayo STAR*D, el estudio más grande y prolongado para evaluar el tratamiento de la depresión, el 33 % de los pacientes alcanzaron la remisión con un tratamiento de 12 semanas de primera línea con citalopram.

De modo que los resultados son bastante similares a los del grupo de la dieta mediterránea.

En el siguiente estudio, adultos jóvenes con síntomas depresivos graves y una alimentación inadecuada fueron asignados aleatoriamente a una intervención de tres semanas. El grupo activo recibió una intervención de tres semanas que consistió en ver un video de 30 minutos en el que se repasaba The Australian Guide to Healthy Eating and Recommendations. Con el fin de aumentar la concordancia con la dieta mediterránea, se indicó a los participantes que aumentaran la ingesta de verduras, frutas, cereales integrales, pescado, frutos secos, semillas, aceite de oliva y especias como la cúrcuma y la canela, y que disminuyeran el consumo de azúcar procesado, grasas y refrescos.

Los participantes recibieron modelos de planes alimentarios y recetas, así como una llamada telefónica de cinco minutos los días 7 y 14 para preguntarles si tenían alguna dificultad para cumplir la dieta y solucionar los problemas relacionados con los folletos que se les entregaron.

El grupo que recibió la intervención nutricional presentó una mejora de los síntomas depresivos que se mantuvo durante los tres meses.

Este estudio demuestra que con una intervención de baja intensidad, es decir, estos participantes simplemente vieron un video y recibieron algunas llamadas telefónicas, incluso con este tipo de intervención, los hábitos alimentarios pueden cambiar y causar una mejora del estado de ánimo.

Aquí se ilustra la mejora de los síntomas depresivos medidos con la Escala de Depresión, Ansiedad y Estrés (DASS, por sus siglas en inglés) en el grupo que realizó la dieta mediterránea. El grupo de la dieta presentó menos síntomas depresivos auto informados y un gran tamaño del efecto, de 0,75. Además, en este gráfico podemos observar que la mejora se mantuvo durante los tres meses de seguimiento. Con este tamaño del efecto, esta intervención alimentaria está al menos a la par con el tamaño del efecto de los antidepresivos.

El último ECA que vamos a discutir se realizó en adultos jóvenes con depresión moderada a grave, donde se compararon los efectos del apoyo social (placebo) frente a una cita de 60 minutos con un especialista en nutrición al inicio, a las 6 y a las 12 semanas, para favorecer la adherencia a la dieta mediterránea, es decir, tan solo 180 minutos de tiempo clínico.

En el grupo de la dieta mediterránea se observó una disminución significativa de las puntuaciones de depresión medidas por el Inventario de Depresión de Beck-II (BDI-II, por sus siglas en inglés) en comparación con el grupo de apoyo social (placebo). En el gráfico, el azul representa al grupo de la dieta mediterránea y el naranja, al del apoyo social. En la semana 12, los participantes del grupo de la dieta mediterránea habían experimentado un descenso de 20 puntos en su puntuación BDI-II, frente al descenso de solo 6 puntos en el grupo de apoyo social. Como referencia, los participantes empezaron con una puntuación de la BDI-II consistente con una depresión grave y finalizaron el estudio con una puntuación correspondiente a síntomas leves.

Pasemos a los puntos clave.

Tres ensayos controlados aleatorizados demostraron que la mejora de la alimentación puede reducir significativamente los síntomas depresivos, incluso en pacientes con depresión moderada a grave.

Los ensayos que utilizaron un asesoramiento nutricional de baja intensidad también mostraron una mejoría de los síntomas depresivos que se mantuvieron durante el seguimiento.

Un ECA demostró que una alimentación más saludable suponía un menor costo en comparación con la dieta de referencia de los participantes.

Referencias

• Jacka, F. N., O’Neil, A., Opie, R., Itsiopoulos, C., Cotton, S., Mohebbi, M., Castle, D., Dash, S., Mihalopoulos, C., Chatterton, M. L., Brazionis, L., Dean, O. M., Hodge, A. M., & Berk, M. (2017). A randomised controlled trial of dietary improvement for adults with major depression (the ‘SMILES’ trial). BMC Medicine, 15(1), 23.
• Francis, H. M., Stevenson, R. J., Chambers, J. R., Gupta, D., Newey, B., & Lim, C. K. (2019). A brief diet intervention can reduce symptoms of depression in young adults – A randomised controlled trial. PloS One, 14(10), e0222768.
• Bayes, J., Schloss, J., & Sibbritt, D. (2022). The effect of a Mediterranean diet on the symptoms of depression in young males (the “AMMEND: A Mediterranean Diet in MEN with Depression” study): A randomized controlled trial. The American Journal of Clinical Nutrition, 116(2), 572–580.